Las sociedades de la prosperidad

Buscar la prosperidad es el objetivo de todo ser humano. Ser feliz de manera abundante, sin embargo, nuestras sociedades no son felices porque no son abundantes. Cuando el presidente de Colombia lleva a cabo los llamados "Acuerdos para la prosperidad" pienso en las sociedades prósperas, en aquellas sociedades donde abunda la felicidad. Tener dinero, fama y poder no siempre da felicidad, sin embargo, debemos reconocer que un bienestar material es un paso importante para una felicidad plena, o por lo menos aceptable.

Hoy, en el mundo, alrededor de 1.000 millones de personas sufren de hambre, y si tenemos en cuenta que la población humana está llegando a los 7.000 millones de habitantes, tenemos que reconocer que alrededor de la sexta parte de la humanidad está en situación de pobreza crítica. Esto no es aceptable, las teorías maltusianas de control de la población no pueden establecerse como "soluciones finales" para modificar el problema de recursos escasos y demasiadas necesidades. Es necesario crear "sociedades de prosperidad", sociedades donde la cooperación sea infinita, para realmente mandar el problema del hambre a los museos, sin embargo, es triste decirlo, la pobreza extrema es una realidad de nuestro tiempo, mandamos cohetes al espacio y desarrollamos inventos tecnológicos muy sofisticados, pero no hemos podido resolver un problema tan sencillo como el de tener alimentada a toda la población mundial.

Las sociedades de la prosperidad son sociedades donde hay libertad, pero libertad con responsabilidad; son sociedades donde hay Estado, pero eficiente; y sobre todo en estas sociedades de la prosperidad, hay una cooperación infinita. Es un cambio de conciencia global, una nueva forma de ver la vida, que empieza por el individuo. Todos debemos aportar a la sociedad, ricos, pobres, empleados, desempleados, mujeres, hombres, todos debemos aportar a la sociedad. Este es el modelo que hemos llamado del "capitalismo filantrópico del techo político".

La sociedad humana ha llegado a un punto muy peligroso, donde, gracias a la tecnología militar podemos ser borrados del mapa todos los seres humanos. Las armas nucleares, químicas y biológicas, son una amenaza para la supervivencia del hombre, sin embargo, los elementos no son el peligro, el peligro es la actitud con el cual se manejan estas armas. Una actitud de competencia, de individualismo, y de irresponsabilidad, pueden ser los culpables de una catástrofe global.

Las sociedades de la prosperidad se basan en los ideales del humanismo puro, en la libertad del hombre, en el comportamiento de responsabilidad colectiva, y en la colaboración y la cooperación mutuas. Las sociedades de la prosperidad no pueden existir para competir unas contra otras sino para colaborar unas con otras, la competencia es fruto del temor y de la angustia, las sociedades de la prosperidad, en cambio, se basan en la confianza del enaltecimiento de los más altos valores humanos.

Convivir con la pobreza es aceptar que la sociedad humana no es viable, es un suicidio, y desafortunadamente esto se ha vuelto normal en nuestras comunidades. La especie humana tiene estas dos opciones ante sí: ir hacia la prosperidad total, o hacia la autodestrucción. Las antiguas ideas, los antiguos paradigmas son y han sido el cáncer de la nueva humanidad, que no ha podido nacer por culpa de los ignorantes, los cínicos, y los imbéciles. Es hora que la nueva humanidad nazca, y que los muros mentales de la ignorancia, el cinismo, y la imbecilidad se caigan, para dar paso a sociedades más humanas, más inteligentes, y más prosperas.


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