Filantropía: todo un cambio en la especie humana


 Francisco Bermúdez Guerra

La idea que tenemos todos los que vivimos en el siglo XXI es la siguiente: somos civilizados y modernos. En algunos ámbitos esta idea es correcta, pero por otro lado, hay varias muestras de lo que podríamos llamar “atraso” o “salvajismo” en nuestra especie. Una de esas muestras es la guerra, la otra es el terrorismo y la otra es la pobreza. Aunque hay otras.

Si bien es cierto los seres humanos hemos hecho grandes cambios en el Planeta, básicamente en nuestro entorno material, solo hay que ver las mega-construcciones que hemos levantado en las ciudades, los avances tecnológicos y científicos, y hasta en los ámbitos sociales y políticos. Podríamos decir que la democracia es un logro de avance social.  

Sin embargo, todavía nos movemos en un entorno de atraso que podríamos llamar de tipo espiritual.  La pobreza es un fenómeno que no se ha podido erradicar, y que algunos piensan con cinismo que no se va a poder erradicar nunca. La pobreza implica que hay millones de personas en el mundo que no se alimentan bien o simplemente no comen, que no tienen agua potable, que son analfabetas, o que no tienen un techo digno donde guarecerse. Eso es pobreza.  
  
Tenemos todo para vivir en un mundo próspero, abundante, rico, pero las estructuras humanas de convivencia han impedido que esto sea una realidad. Las viejas estructuras, las actuales estructuras se han confeccionado sobre la pobreza; tenemos que decirlo sin ambages.  Para poder dominar tenemos que disminuir, tenemos que debilitar, para eso hay pobres, para dominar. Obviamente, un mundo basado en el sistema de dominación solo puede llevar a lo que tenemos hoy en día: guerras, terrorismo, violación de los derechos humanos, delincuencia, corrupción, pobreza, etc, etc.

La filantropía, un término acuñado por un emperador romano, significa “amor a la humanidad”. En el sistema de dominación no hay filantropía hay misantropía, esto es, odio a la humanidad. Sí, hemos hecho del odio, de la discriminación, todo un estilo de vida que nos parece normal.

Algunos ricos en el mundo Occidental (y probablemente también en Oriente) se han dado cuenta de que es más rentable vivir en un mundo con menos desigualdades, y por eso han decidido invertir en filantropía. Aunque, a decir verdad, la filantropía se presenta más por estas épocas como una forma de cambiar la imagen corporativa y empresarial de una organización. La filantropía se utiliza como algo externo, como una fachada, para que la masa tenga simpatía por una determinada marca comercial, por un personaje público, o por una organización.

La verdadera filantropía debe concentrarse no solo en ayudar a los más necesitados, sino en provocar y promover un cambio drástico en nuestro sistema de convivencia humano.

El filantro-capitalismo, término acuñado por el autor de teorías gerenciales Peter Drucker, no basta. Según Drucker, el sector privado debe asumir funciones que el sector público no puede asumir por falta recursos o por falta de gestión. Esto es lo que se denomina como el “tercer sector”. Las ONG’s privadas y las corporaciones vendrían a llenar ese vacío que deja el Estado.  

Creo que el filantro-capitalismo se queda corto, creo que es un pañito de agua tibia en un mundo que se desangra y que sufre. Los millonarios, los ricos y los poderosos -en general- utilizan la filantropía para beneficiar sus propios intereses, sus organizaciones y sus patrimonios. Hay ánimo de ayudar, de servir, de cooperar, pero esto no es suficiente. Ahora hay que dar un paso más allá, un paso que permitirá cambiar completamente nuestra especie y por lo tanto nuestro entorno.

¿Hasta dónde estamos convencidos de esto? No mucha gente cree, ¿por qué? Porque desde pequeños nos han inculcado que lo anormal es lo normal, que la pobreza es algo normal, que la guerra es algo normal, que la corrupción es algo normal. ¿Qué ocurre entonces? Que observamos los fenómenos pero no hacemos nada; somos agentes pasivos en un mundo deformado por ideas artificiales. ¿Cómo proceder entonces? La filantropía como método de alivio del mal es un primer paso; el filantro-capitalismo es un segundo paso más audaz; pero ahora tenemos que dar el paso definitivo e incorporar la filantropía como nuestro nuevo sistema de convivencia humano, cuando eso ocurra se acabará la pobreza, se acabarán las guerras, se pondrá fin a la corrupción y al terrorismo. 

No podemos seguir debatiendo si es más importante el Estado o el mercado. Ambos son importantes en un mundo libre; debe haber un equilibrio, pero eso no es una novedad. Es de Perogrullo, de sentido común. Lo que realmente generaría un cambio es nuestra actitud hacia los demás hombres, ya no basada en la misantropía sino en la filantropía, para generar lo que yo he llamado “riqueza infinita”.

La filantropía tiene varias aristas como concepto, no es unidimensional, las personas la entienden de diferente manera. Unas creen que es limosna, otras creen que es asumir el rol del Estado de manera marginal, pero otros, como yo, creemos que es todo un cambio de actitud.

Pasar de la palabra a la acción, ¿cómo hacerlo? Generando todo un clima favorable para la filantropía a nivel político, cultural, social, religioso y económico. Hablar de la filantropía en los medios de comunicación, escribir artículos y libros sobre la filantropía, crear premios y condecoraciones para los filántropos, enseñar filantropía en los colegios y universidades, votar por políticos que estén comprometidos con la filantropía, y en general explicarle a la gente de manera masiva este concepto.

¿Hay enemigos? Desde luego, muchos y poderosos. Sin embargo, su poder radica en infundir temor, odio, violencia, discriminación; si nosotros hacemos todo lo contrario e infundimos amor, fraternidad, cooperación, paz, pues los estaremos derrotando sin caer en sus propios terrenos: la brutalidad y la separación.

Bienvenidos a la construcción de un nuevo mundo, de una nueva humanidad; no podemos perder el tiempo, es necesario darle un gran empujón al advenimiento de una nuevo forma de relación entre los hombres, y aplastar de una vez por todas la enfermedad de la misantropía, y darle la bienvenida a la filantropía en este Planeta.




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